Sigo con rincones, un rincón que no es mío…me lo apropié en blanco y negro. De repente me senté y lo vi…me dejé llevar por las líneas que convergen allá a lo lejos…
y también lo tomé prestado en color…colores de la tarde que se llenó de charlas, de amigos, de risas, de historias.
Dibujando, acuarelando a mi vera, me acompañaba la emoción de una niña que se estrenaba con los pinceles, los colores y el agua…Mientras yo pintaba el cielo, el mismo que veía Enrique desde su rincón, ella me preguntó: ¿Cómo se pinta un arco iris?
Con colores y sonrisas…los colores que uno elija…los que quieras, colores que pintan nubes y soles y casas, colores que mezclas, que te inventas…respondía hipnotizada por esos puntos de fuga. La Graciosa se enredaba con las nubes…en sepias, grises o azules, celestes o violetas.
De repente las voces, los amigos, la niña y los colores desaparecieron, sólo escuchaba el mar…
El mar, sólo la mar, la que hipnotiza…el mar que asoma desde el punto de fuga donde convergen las miradas.
Desde su rincón, el de Enrique, que hoy fue un poco mío, las voces se mezclan, se unen, como si fuesen colores, con risas, con mar y viento. Atardece en un rincón prestado! Las fugas me hipnotizan, otra vez.
Sólo la mar, los colores, las mezclas y los recuerdos.